lunes, 7 de octubre de 2019

Angélica Bengstsson y la gestión del miedo
















La saltadora de pértiga sueca Angélica Bengstsson, todo un ejemplo de cómo sobreponerse al miedo.


El pasado mundial de atletismo en Doha nos brindó varios momentos de disfrute para los aficionados al deporte olímpico por excelencia. Casi todos en formas de buenas actuaciones por parte de los atletas allí presentes.


Sin embargo, a veces las grandes gestas deportivas no se encuentran en las marcas, las medallas, o en los records sino en la forma en que cada deportista es capaz de gestionar imprevistos que ponen en riesgo no sólo su rendimiento deportivo sino también su propia integridad física.


Esto fue precisamente lo que sucedió en el concurso de pértiga femenino. La atleta sueca Angélica Bengstsson afrontaba su segundo intento sobre 4,80 mts cuando, al iniciar el vuelo, su pértiga se partió provocando una grave caída que dio con sus huesos sobre el tartán del estadio Califa de Doha.


Lo normal en esa situación es que Angélica hubiese renunciado a su tercer y último intento por varios motivos:

1.- La contusión había sido lo suficientemente grave como para infundir en la deportista el miedo a afrontar un nuevo intento..

2.- El tiempo de recuperación física y mental del que disponía para afrontar un nuevo intento era de apenas dos minutos.

3.- La altura a la que se enfrentaba suponía su mejor marca personal. Un reto demasiado ambicioso dadas las circunstancias.

4.- La atleta apenas tenía posibilidades de subirse al podium dado el nivel de sus principales rivales.

5.- Ya no disponía de su pértiga, rota en el segundo intento.


Pues bien, nada de lo anteriormente descrito limitó la ambición de la sueca por el reto.


Lejos de renunciar a ese último intento, pidió una pértiga a una compañera (cada pértiga es distinta en términos de longitud y dureza), solicitó con una sonrisa el apoyo del público, al que pidió que le acompañara durante la carrera de aproximación con palmas, y afrontó su último intento con tanta determinación que le hizo franquear el listón con suficiencia.


Más allá de las implicaciones deportivas de ese salto (marca personal, record de Suecia y sexta posición final en el concurso), lo verdaderamente impactante es cómo la atleta se enfrentó a sus posibles miedos y fue capaz de resolver con solvencia una situación amenazante para sus intereses deportivos.


Para ello tuvo que eliminar de su mente lo sucedido en apenas un par de minutos, y ver en ese tercer y último intento una oportunidad más de seguir disfrutando de algo que le apasiona: el salto con pértiga.


La gestión del miedo al fracaso y de otras situaciones amenazantes (estrés) deben trabajarse con la ayuda de un especialista en psicología deportiva. Una de las claves de ese trabajo consiste en entrenar al deportista para que se capaz de transformar las situaciones de estrés en opciones de disfrute. No siempre es fácil.

Gracias Angélica por esta magnífica lección.






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