Unos "objetivos de resultado" bien planteados consolidan la motivación básica del deportista mientras que los de realización son fuente inequívoca de motivación cotidiana y de autoconfianza.
Hola,
En una de mis anteriores entradas señalaba como aspecto clave para mantener elevados los niveles de motivación el establecimiento de forma apropiada tanto de objetivos de resultado como de objetivos de realización. Veamos el siguiente ejemplo práctico:
Supongamos que un entrenador de un equipo de fútbol quiere que su lateral izquierdo suba más por la banda para crear situaciones de peligro en el área rival. Como he sugerido antes, debemos fijar en primer lugar, un objetivo de resultado que sea realista, alcanzable, concreto y mensurable.
Para ello, partiremos de datos de la temporada anterior. En dicha temporada su media de subidas por la banda era de dos por partido. En esta fase, no atenderemos a la calidad de dichas acciones (objetivos de realizacion), sólo nos centraremos en el objetivo de resultado, que será que suba cuatro veces de media por partido y que ese registro deba alcanzarse en el primer tercio de liga para consolidarse posteriormente.
Una vez fijado el objetivo de resultado (subir cuatro veces de media por partido), lo siguiente será concertar una reunión individual entre entrenador y deportista. En ella sería oportuno contar con la presencia del psicólogo deportivo. El objetivo de dicha reunión es comunicar al deportista, de una forma amable y motivadora, el nuevo reto a alcanzar, haciéndole ver los beneficios que podrían conllevar, tanto para él como para el equipo, la consecución del mismo.
Debe buscarse el consenso, que es fundamental para fortalecer el compromiso del deportista quien debe ver en el reto algo estimulante y alcanzable y no algo que le genere un estrés adicional que pueda influir negativamente en su rendimiento.
Una vez finalizada dicha reunión, es muy importante transmitir al resto del equipo el objetivo acordado con nuestro lateral. De esta forma, se hace participe a sus compañeros del reto y del beneficio que para el colectivo puede suponer su logro.
Ya en las sesiones de entrenamiento, el entrenador debe fijar los objetivos de realización necesarios para que su deportista pueda alcanzar la cifra de cuatro subidas por partido.
Para ello, deberá definir las situaciones en las que deben producirse esas subidas (situaciones antecedentes). Lo conveniente es que en una primera fase esas situaciones sean lo menos complejas posibles para que los errores sean menos probables y se vaya fortaleciendo poco a poco la autoconfianza del futbolista. Por ejemplo, subir sólo en situaciones de contraataque y siempre que exista algún compañero que pueda cubrir su posición.
En esas sesiones, además, deben provocarse intencionadamente estas situaciones con cierta frecuencia, (ensayo-repetición), y deben ser conocidas por sus compañeros. En esta fase de aprendizaje, el entrenador debe dar refuerzo positivo al futbolista cada vez que suba por la banda independientemente del resultado final de su actuación y deberá estar atento a los posibles errores que cometa su jugador para corregirlos en el momento.
Cuando esta habilidad-conducta esté consolidada, se deberán plantear en los entrenamientos situaciones estresantes similares a las que se encontrará en partidos oficiales. De esta forma, irá aprendiendo a gestionar adecuadamente el estrés o situación amenazante que supone el temor a cometer errores en competición.
Con la temporada ya avanzada, se puede ir teniendo registros sobre sus actuaciones, y con esos datos se podrán hacer valoraciones sobre el grado de cumplimiento tanto de los objetivos de realización como de resultado. Estos datos pueden ir acompañados de vídeos donde se visualice su conducta para que el futbolista observe por ejemplo si ha subido en las situaciones antecedentes planteadas, si en determinadas ocasiones ha habido inhibición, etc.
Toda la información se compartirá con el deportista en una reunión de carácter individual. Si los objetivos han sido alcanzados, se podrán plantear otros nuevos que entrañen situaciones antecedentes algo más complejas. Por ejemplo, subir no sólo en situaciones de contraataque sino además en situaciones de juego estático cuando, por ejemplo, vea espacios sin ocupar en posiciones más avanzadas. Ahí no tendrá la oposición del rival y podrá recibir cómodamente el balón (nueva situación antecedente).
El proceso de aprendizaje de esta nueva conducta será el mismo que para el caso anterior: ensayo-repetición en entrenamientos dando refuerzo positivo y feedback al deportista y creando situaciones estresantes similares a la de competición.
Se elaborará una nueva hoja de registros que incluya datos sobre sus actuaciones en partidos oficiales. Dicha hoja deberá reflejar la conducta del deportista en las dos situaciones antecedentes planteadas hasta la fecha (contraataque y juego estático) y se compartirá nuevamente la información con el deportista. En caso de que los objetivos no hayan sido alcanzados habrá que analizar las causas para establecer las correcciones oportunas.
Con esta forma de proceder en el establecimiento de objetivos es muy probable que nuestro futbolista haya adquirido un nivel óptimo de motivación y sea capaz de mantenerlo a lo largo de la temporada.
Se ha buscado el consenso, se ha sentido partícipe en las decisiones y por tanto valorado, y además ha aprendido unas habilidades y conductas que han aumentado su autoconfianza ante el reto.
Además sus compañeros se han beneficiado de su actuación y su positiva valoración hacia él incrementa el sentido de pertenencia al grupo de nuestro lateral. Esto último es especialmente importante en el caso de deportistas jóvenes para los que adquiere especial relevancia el reconocimiento de su labor por parte de sus compañeros.
Finalmente, ante este éxito, el deportista se encuentra en una formidable predisposición para afrontar nuevos objetivos que le ayuden a seguir mejorando en su rendimiento futuro.
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